jueves, 12 de septiembre de 2013

11 de Septiembre. El hombre del salto

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“ Ya no era una calle sino un mundo, un tiempo y un espacio de ceniza cayendo y casi de noche. Caminaba hacia el norte por los escombros y el barro y pasaban junto a él personas que corrían tapándose la cara con una toalla o cubriéndose la cabeza con la chaqueta. Iban con pañuelos apretados contra la boca. Llevaban los zapatos en la mano, una mujer con un zapato en cada mano pasó corriendo junto a él. Iban corriendo y se caían, algunos de ellos, confusos y desmañados, con los cascotes derrumbándoseles el entorno, y había gente que buscaba cobijo debajo de los coches. El estrépito permanecía en el aire, el fragor del derrumbe. Esto era el mundo ahora. El humo y la ceniza venían rodando por las calles, doblando las esquinas, arremolinándose en las esquinas, sísmicas oleadas de humo, con destellos de papel de oficina, folios normales con el borde cortante, pasando en vuelo rasante, revoloteando, cosas no de este mundo en el fúnebre cobertor de la mañana “ Así magistral, inapelable, seco, minucioso recuerda el escritor norteamericano Don Delillo como fue la fatídica mañana del 11 septiembre de 2001 en el arranque de su excelente novela El hombre del salto (Barcelona,Seix Barral,2007). La sacudida fue total y el silencio que siguió lo recuerdo insoportable. Cuando a los pocos días escuchamos estas guitarras nerviosas provenientes de la gran manzana, supimos que habíamos aguantado el golpe.Marcos Rubio

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